A principios de los años ochenta es cuando se configura la Fiesta Mayor con estructura y contenidos muy similares a los que conocemos ahora. En este sentido, resultó decisiva la implicación de los grupos llamados de cultura popular creados en la ciudad, y que promovieron la recuperación de actos tradicionales como el pasacalles o la exhibición castellera, y otros que, a pesar de ser de reciente concepción, ya gozan de la condición de emblemáticos - Raval Infernal, etc.
 
La Comisión de Fiestas, constituida en 1981 y que contaba con la participación de representantes del mundo cultural, asociativo y recreativo de la ciudad, estableció el centro de la ciudad, librado del tránsito de vehículos, como escenario de la Fiesta, y incorporar a la programación un abanico de actos acaecidos patrimoniales que, a pesar de vertebrando los espacios, el tiempo y los referentes simbólicos, fijaron los principales componentes del ritual actual. Este nuevo modelo, creado en 1981, estableció los rasgos principales de su programación - de viernes a miércoles - y, entre 1982 y 1983, consolidó el esquema que, con ligeras modificaciones, se desarrolla ahora