Historia

La primera referencia documental del topónimo Terrassa la encontramos en una Carta Capitular de 844, escrita en Toulouse de Llenguadoc por Carles el Calb, a favor de los habitantes del Terracium Castellum. Se relacionó el topónimo con la torre porque Terracium Castellum significa "lugar donde hay un castillo" pero, o debía ser una estructura anterior a la actual de la que no se han conservado restos arqueológicos o el castellum podría hacer referencia a una entidad administrativa dependiente del condado de Barcelona.

Durante los siglos VIII y IX, las fuentes árabes y francas, recogen noticias sobre numerosas incursiones ofensivas y razzias árabes y francas en la zona de la Marca Hispánica. Terrassa sufrió algunos de estos ataques.

Vista panorámica de la plaza con la Torre del Palau al fondo

La torre actual se construye en el siglo XII con el objetivo de controlar el cruce de caminos que comunicaban Barcelona con el interior de Cataluña. La población estaba repartida en pequeñas villas agrícolas dispersas (14 de documentadas), como Villa de Mata de Pera y Villa de Cavallis.

En los siglos XII y XIII Cataluña vivió importantes cambios sociales y económicos que provocaron la aparición de nuevos núcleos de población, como la villa de Terrassa. La nueva estructura social estaba basada en el dominio de los señores feudales.

A finales del siglo XII, Terrassa era una villa real. La casa condal favoreció su crecimiento dotándola de privilegios. Se pretendía el control político, administrativo y fiscal de la población dispersa, aumentando los ingresos por explotación de los monopolios reales: molino, escribanía, panadería...

A partir del siglo XVI, la población creció y se multiplicó la actividad textil, de esta manera la villa vivió un periodo de prosperidad. El Castell Palau presidía la villa y era la residencia del castlà, sede de la escribanía y lugar de reunión de la universidad. La torre funcionaba como cárcel de la villa.

agujeros de los estantes

A finales de este siglo la bonanza se detuvo y la ciudad estaba endeudada. La Guerra dels Segadors asoló Cataluña. Fue un período de malas cosechas, hambre y la peste. El Castell Palau funcionaba como depósito militar, fábrica de moneda de la villa y, durante unos meses, como sede de la Generalitat de Catalunya.

Después de la guerra, la villa estaba arruinada. En 1661 el castillo se vendió al comerciante barcelonés Pere de Fizes. La torre siguió funcionando como prisión, escribanía y notariado.

En el siglo XIX, el crecimiento urbanístico de la ciudad evidenció el abandono del Castell Palaum, en 1891 se derribó para mejorar la Plaça Vella y la torre quedó escondida entre las nuevas casas.

En 1991 se derribaron las casas de detrás de la Torre y se abrió la plaza que lleva su nombre.

Actualmente la Torre del Palau es un Bien Cultural de Interés Nacional y una de las sedes del Museo de Terrassa.