Los orígenes

Cuenco de cerámica (100 aC). MdT 23151

Los primeros indicios de asentamiento humano en el istmo de San Pere, entre los torrentes de Santa Maria y Vallparadís, se remontan al neolítico (más de 3.000 años antes de nuestra era).

Del siglo IV aC son los restos de habitaciones, silos de almacenamiento y hornos para la metalurgia del asentamiento ibérico.

El topónimo Ègosa, que podría corresponder a este poblado ibérico, es citado por primera vez por Ptolomeo en el siglo II a.C. 

Desde entonces el espacio se romaniza y logra la municipalidad con el emperador Flavio Vespasiano, bajo el nombre de Municipium Flavium de Egara.

Piedra esculturada (primer cuarto del siglo l). MdT 26000

 

Del periodo romano se conservan restos de elementos decorativos, silos, pozos, depósitos, estructuras de carácter industrial y un atrio-impluvium de una domus que posteriormente pasó a formar parte de la residencia del obispo durante el periodo episcopal.

 

 

La cristianización
Las construcciones cristianas de finales del siglo IV configuran un conjunto de edificaciones donde destaca una basílica de una sola nave con ábside semicircular y con dos capillas funerarias laterales. Presenta un pavimento de mosaico con motivos geométricos y figurativos y algún elemento iconográfico cristiano. Detrás del ábside encontramos un baptisterio con piscina cuadrada central y delimitada por un templete de columnas que configura una planta octogonal. En los pies de la iglesia, varias cámaras destinadas a uso funerario y zona residencial, con un patio-impluvium. En una fase final, se construyó un nuevo baptisterio que fue reformado en época episcopal.

El Obispado de Ègara
Con la creación del Obispado de Ègara, a partir del año 450, se proyectó un gran complejo episcopal que culminó su construcción en el siglo VI. 

Reconstrucción virtual del obispado de Ègara

Los edificios construyeron alrededor de un patio central. Santa Maria se reformó y convirtió en una catedral de tres naves con columnas y baptisterio en los pies del edificio; se construyeron la iglesia funeraria de San Miquel y la iglesia parroquial de San Pere, de tres naves, transepto y ábside trilobulado, y la zona residencial del obispo en sur del complejo. El acceso principal se realizó mediante un corredor funerario que cerraba el conjunto en el lado oeste.

Detalle de las pinturas del ábside de Sant Miquel (s. VI)

Del siglo VI son las pinturas murales del ábside de Santa Maria y de San Miquel. También destaca por su singularidad el retablo mural de Sant Pere (siglos VI - VIII). Constituyen un conjunto pictórico único en el panorama histórico del arte cristiano alto medieval occidental.

Las invasiones musulmanas, que empezaron en 714, desmantelaron la estructura de los obispados y, a pesar de su restauración en el siglo IX por parte de los carolingios en la Cataluña Vieja, el Obispado de Ègara no se repuso aunque continuó su actividad religiosa. 

El románico
Una nueva transformación del conjunto se inició en el siglo XII con la llegada de la comunidad monástica de la orden de Sant Ruf.

La iglesias de Santa Maria (consagrada en 1112) y Sant Pere, con usos monásticos y parroquiales respectivamente, ven reducidas sus dimensiones y son reformadas con estilo románico.

Exterior de la iglésia de Santa Maria

La iglesia de Santa Maria se adosa al antiguo ábside y se construye un nuevo transepto y nave principal con un cimborrio central en el crucero, sobre el que se dispone el campanario en el exterior. La decoración exterior sigue el estilo románico con fajas y arcos ciegos. Al sur de la iglesia se construye el primer claustro y las dependencias del priorato agustiniano, actualmente desaparecidos.

Exterior de la iglésia de Sant Pere. Autor: Manel MarquésEl edificio de Sant Pere conservó la cabecera episcopal y se añadió una nave única con un corto transepto. La fachada sur, con la puerta de entrada, se decoró con una cornisa con canecillos con caras esculpidas y ménsulas con relieves alegóricos, animales fantásticos y temas vegetales.

Detalle de las pinturas murals de San Tomas Becket

 

El conjunto conserva las pinturas murales románicas en el transepto sur de Santa Maria, dedicadas al martirio del arzobispo de Canterbury Tomás Becket.

 

 

El gótico
En el muro norte de Sant Pere se pueden observar pinturas murales de esta época y también se ha conservado una imagen de talla de madera de la Virgen, actualmente en el ábside de Santa Maria. 

Detalle del retablo de San Miguel. Autor: Manel Marqués

 

 

 

Los elementos más interesantes de esta época son los retablos: el Mayor de Sant Pere de Lluís Borrassà, el Mayor de Sant Miquel de Jaume Cirera y Guillem Talarn y el de los santos Abdón y Senén, y  los santos médicos Cosme y Damián de Jaume Huguet, contratado el año 1460.

 

La etapa Moderna
De este período se conservan el retablo mayor de Santa Maria y el de la Mare de Déu del Roser, actualmente no expuestos. La capilla de San Valentí se encuentra adosada al muro norte de la iglesia de Sant Pere, donde destaca su retablo barroco.

retablo de sant valenti

 

Del siglo XX son la capilla de la Verge de Montserrat, la capilla del Sacrament de Ricard Marlet, las dos en la iglesia de Sant Pere, y, en el exterior, la fuente de San Nebridi con mosaicos de Santiago Padrós.

 

 

 

 

El conjunto hoy
A finales del siglo XIX se inició la restauración del edificio de Sant Pere. En el siglo XX Josep Puig y Cadafalch se encargó de extenderla por todo el recinto.

Desde el año 1998 se realizaron procesos de restauración y museización del conjunto. 

Vista nocturna del conjunto monumental. Autor: Manel Marqués

 

 

 

 

 

En 2009 se reabrió después de descubrir que se trata de un conjunto de primer orden a nivel europeo gracias al buen estado de conservación de los elementos de época episcopal entre los siglos V y VIII.

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